lunes, 23 de mayo de 2011

Cuatro poemas

Víctor Ortiz Partida


EL PUERTO SERIO

Los colores se apagaron en el puerto. Antiguas casas yacen en la línea costera. Mis hermanos se prostituyen para tener dinero extra en las fiestas del santo. Siguen las enseñanzas de un libro sagrado. Ella suaviza con sus canciones la furia de los extranjeros en el bar. Él navega en el yate del patrón y obtiene el pescado para alimentarme. Juntos, mi hermana y mi hermano, se pasean por el malecón en un convertible modelo 1952. Quieren preservar mi pureza y me ocultan sus verdaderos negocios. Mientras mi santidad se alarga, me contemplo de cuerpo entero en el espejo que la interiorista trajo ayer a nuestro departamento —un escenario de mármol negro, de líneas puras, ideal para la hecatombe que se vislumbra.


RECHAZO EL AMOR

Rechazo el amor. La tierra se abre o se cierra para el agua. Yo soy una zanja por la que fluye el líquido amoroso. Luis XIV construyó un canal estrecho, navegable, en el sur de la nación. Engalanado como él se fue el amor de Elena hacia el mar.


VI UN PUNTO ROJO Y ERA EL INFIERNO

En los vestuarios, vi un punto rojo, luminoso, titilante, comenzó a moverse y lo seguí fascinado. Rápido se fue hacia las regaderas, se perdió en el vapor por un momento y luego apareció en la nalga de Nathan. Malicioso, continuó su viaje hacia los cuerpos macizos de mis otros compañeros de equipo. Se confundió con la tetilla de Rob, se untó en el abdomen de Mark, se deslizó por la pierna de Kevin, se enredó en la pelambre de Danny, hasta que se detuvo en el sexo de John. Todos hombres casados.


SALAMANDRA

Me alertan los fantasmas y los monstruos en el sueño. La salamandra estorba en la cocina. Irisada, enorme, se convierte en esa banca del pasado en la que nos sentamos a disfrutar el incendio del gran puerto: una idea ferviente se iluminó en el horizonte y pronto lo rodeó y ahora lo somete. Surge una pirámide de ceniza al amanecer. Se derrumba al primer movimiento de tus ojos. No parpadees, se podría desvanecer el siglo nuevo.

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