jueves, 2 de diciembre de 2010

De azahar unas cuadernas

Felipe Vázquez

No lejos de la ofrenda,
esta roca
donde tantos
ataron su calvario y tantos
la esposaron, ciñe
de azahar unas cuadernas;
y al pie de lo que fuera
un verde litoral, oxida
el vino viejo del quebranto,
el mirar que no halla en qué
decir el arca —excepto
en esa roca, roja de naufragios.

*

Donde el sol no llega, al muro
a golpe de cincel
asido, pez de sima
pero
aun más frío
que ojo de narval
a ras de yelo, donde el mar
lame las costillas del caballo.

*

El tiempo tiene piel
de sierpe, cáustica
cereza donde cae
el rojo de la sed. ¿Seré
el ser que en otra edad
he sido? El celacanto
no es lagarto en tu lagar.

*

Desde proa divisa
mi voz de preso

y en sesgo por el río
me vuelvo lejanía.

Huye de mi barca
toda orilla, en vilo

donde sima
se abre cada instante.

Al filo de su nombre
el ser deviene sin ahí.

*

En esta piedra
acaban las palabras, no
sé cómo aquí llegaron, pero
hoy se diluyen por las vetas del vacío.
E ignoro por qué mis venas en la roca
se congregan —si pudiera
sostener mi sangre entre las palmas
no sabría
salvar la voz que me sostiene.

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