martes, 30 de octubre de 2007

Los siervos*

Virgilio Piñera
(Fragmento)

*Publicada originalmente en Ciclón, núm. 6, vol. I, noviembre de 1955.

Personajes por orden de aparición:
Orloff Primer Ministro
Fiodor Secretario del Partido
Kirianin General del Ejército
Nikita Filósofo del Partido y Siervo
Stepachenko Espía
Adamov Señor encubierto
Kolia Obrero
Un oficial

ACTO ÚNICO

Cuadro Primero

Decorado: Un despacho. Óleo de Lenin al fondo. A la izquierda, óleo de Stalin. A la derecha, gran mapamundi. Debajo del cuadro de Lenin, mesa de trabajo. Al centro de la escena, cuatro butacas de cuero rojo. Junto a una de las butacas, una lámpara de pie, encendida. Orloff, Kirianin y Fiodor están sentados en las butacas.

Escena Primera.
Orloff, Kirianin y Fiodor
Orloff: Acá entre nosotros, confesemos, camaradas, que Nikita es un maestro. ¡Declararse siervo a estas alturas! Tal cosa no es posible, y sin embargo...
Fiodor: Puede ser una conspiración.
Kirianin: Imposible, camarada. El miedo te hace ver fantasmas. Toda la tierra y todos los hombres están comunizados. (Pausa.) Parece que el camarada olvida el triunfo de la revolución mundial. ¡Y en toda la línea!
Orloff: Camarada Kirianin, no perdamos el tiempo relatando lo que ha hecho el comunismo en un siglo. Discutamos sobre las medidas a tomar con el camarada Nikita.
Kirianin: ¡Nikita! ¡Nikita! De Nikita a nikitismo sólo hay un paso. Y entonces... ¡la debacle!
Fiodor: Pues bien, ése es el paso que Nikita no debe dar. Parémosle en seco.
Kirianin: Muy fácil decirlo, pero... hacerlo. (Pausa.) Camarada Orloff, propongo la desaparición del camarada Nikita.
Orloff: Nada de desapariciones por ahora. Los mártires son peligrosos. Que Nikita siga viviendo ignorado.
Kirianin: Todo esto me sorprende en Nikita. Es el filósofo oficial del Partido. Ahí están sus libros: cuarenta tomos escritos martillando sobre el igualamiento del género humano, y todo eso para declararse siervo de la noche a la mañana. (Pausa.) Sin duda, hay algo podrido en Nikita.
Orloff: Cuando un hombre se convierte en acción no puede hacer otra cosa que actuar. Si Nikita luchó para subir, ahora tiene que luchar para bajar.
Kirianin: Eso es lo que vamos a impedir que haga. Si el Partido ha subido hasta su punto más alto, si de ahí en adelante no hay más altura, no veo por qué tengamos que empezar el descenso. (Pausa.) Si Nikita quiere bajar, que baje las escaleras de su casa...
Orloff: El momento es bien grave para gastar bromas. (Pausa.) No olviden ustedes que Nikita ha lanzado un manifiesto preconizando el servilismo, declarándose siervo y pidiendo entrar al servicio de un señor.
Kirianin: Pero ni en Rusia ni en todo el planeta quedan señores.
Fiodor: Eso quisiera saber: ¿siervo de qué señor?
Orloff: Nada de esto tiene importancia. Lo esencial es que Nikita se ha declarado siervo. (Pausa.) Y esa declaración ha sido publicada en Pravda por el propio Nikita. ¡Qué descaro!
Fiodor: ¿Y cuál ha sido la reacción de las masas?
Orloff: Bien, para decir verdad, no han reaccionado en ningún sentido. Cuando se ha llegado a la cima del mejor de los mundos, es difícil reaccionar. (Pausa.) Las masas han leído el manifiesto sin leerlo.
Kirianin: Entonces no veo la razón de esta conferencia. He suspendido mi cacería. (Se levanta.) Creo que estoy a tiempo todavía...
Orloff (haciéndole sentar de nuevo): Me extraña, camarada Kirianin, tanta ligereza. Si es cierto que las masas, ebrias de felicidad, leen sin leer, no es menos cierto que Nikita pueda empeñarse en hacer que las masas lean leyendo.
Fiodor: ¡Formidable! Así empezó el Partido y así puede acabar el Partido. (Pausa.) Sin duda, el momento es grave.
Kirianin: Podríamos reeducar a Nikita.
Orloff: ¡Cuándo se ha visto que un comunista pueda ser reeducado!
Kirianin: Nikita es comunista, Nikita se declara siervo. Nikita se reeduca, por tanto, un comunista puede ser reeducado.
Fiodor: Eso es precisamente el clavo ardiente en este asunto. Teóricamente, un comunista no puede descomunizarse. Digo teóricamente pensando en los viejos tiempos del capitalismo. En esos tiempos, un comunista débilmente comunizado, podía pasarse al campo capitalista. Pero camaradas, ¡hoy! Hoy los cientos de millones del planeta Tierra son todos comunistas. Si no hay capitalismo, si sólo hay comunismo, ¿a qué campo pretende pasarse Nikita?
Orloff: Muy claro: al campo del servilismo. (Pausa.) Nikita quiere empezar de nuevo.
Kirianin: ¡Es un viejo romántico! (Da un puñetazo sobre el brazo de la butaca.) ¡Chochea, sí, chochea!
Orloff: ¡Calma, mucha calma! Nada resolveremos gritando y gesticulando. (Pausa.) El problema es este: encontrar una solución al caso Nikita.
Kirianin: ¿Cuál es la solución?
Orloff: Por el momento, ninguna.
Fiodor: Yo propongo una desaparición discreta.
Orloff: Nada de desapariciones. Mientras Nikita esté visible para todo el mundo nadie lo verá, pero si Nikita se hace invisible para todo el mundo, todo el mundo arderá en deseos de verlo.
Kirianin: Pero Nikita podría morir de “muerte natural”...
Orloff: Entonces el pueblo, al enterarse de la muerte natural de Nikita, leerá, leyéndolo, el manifiesto. De ahí a elevarle un sepulcro frente al sepulcro del Antisiervo, no hay más que un paso.
Kirianin: ¡Uf! Eso sí sería grave: masas servilizadas desfilan en silencio ante la tumba de Nikita, el gran servilista.
Orloff: Te ríes, pero ésa sería, prácticamente, la situación. (Pausa.) No, nada de desapariciones.
Fiodor: Entonces dejémoslo al tiempo. El tiempo se encarga de todo. Es con el tiempo con lo que hemos llegado a la dominación mundial.
Orloff: Pero también tiene Nikita su parte en el festín del tiempo.
Kirianin: Nikita es una bomba de tiempo.
Orloff: Justo eso: una bomba de tiempo. (Pausa, se pone de pie.) El Partido nunca supo de una situación como ésta. Estamos inmovilizados.
Kirianin: ¡Movilicémonos! (Camina a grandes pasos.)
Fiodor: ¡Movilicémonos! (Camina a grandes pasos.)
Orloff (desplomándose en la butaca.): ¡Inmovilicémonos! (Pausa.) Debemos lograr a toda costa que siga Nikita pasando desapercibido a las masas.
Fiodor: ¿Cómo lograrlo? Camarada Orloff, no apruebas la “muerte natural” de Nikita, tampoco un gran proceso público...
Orloff: ¡No, ni hablar de eso! Sería una hecatombe.
Fiodor: Bien, no proceso público, no proceso secreto, no ejecución pública ni privada. Y entretanto, Nikita amenazando...
Kirianin: El camarada Orloff dice que no habrá peligro en tanto el servilismo de Nikita siga pasando desapercibido a las masas. (A Orloff.) ¿Me he expresado bien?
Orloff: Sí, ¿y qué más?
Kirianin: Pues bien; empecemos nosotros mismos por hacernos los desapercibidos.
Orloff: No es mala idea. (Reflexionando.) Aunque tiene un pero: Nikita sabe que nosotros sabemos...
Kirianin: No se lo demostraremos. Hagamos la comedia. Es un modo de ganar tiempo.
Fiodor: También Nikita hará su comedia, también ganará tiempo. (Pausa.) Yo estoy por los procedimientos sumarísimos.
Orloff: Si al menos quedaran en el mundo unos cuantos capitalistas...
Kirianin (estupefacto): ¿Capitalistas?
Orloff: Así como suena: ¡capitalistas! Si todavía existiera un reducto del capitalismo el servilismo de Nikita estaría liquidado.
Fiodor: No entiendo.
Orloff: Muy sencillo; diríamos esto: Nikita es un traidor, Nikita se ha pasado al bando de los perros capitalistas. A la semana nadie se ocuparía de Nikita.
Kirianin: ¡Qué tiempos aquellos! ¡Era la Edad de Oro! Entonces se podía gritar: ¡Abajo el capitalismo! En cambio, hoy no contamos con un solo enemigo.
Orloff: Nikita es un enemigo.
Kirianin: Un enemigo intocable. Nos impide gritar contra él, escribir contra él, y meterle unas balas en el pellejo.
Orloff: He ahí el problema: Nikita es un enemigo contra el cual nada pueden nuestras viejas consignas y nuestras gastadas técnicas. (Pausa.) Será cuestión de empezar de nuevo.
Fiodor: Juguemos su juego.
Kirianin: Caeríamos de lleno en el nikitismo.
Orloff: He ahí la broma: Nikita tiene juego y nosotros no tenemos juego. Nosotros somos comunistas y nada más; él es comunista y también es nikitista.
Fiodor: ¿Qué sabemos del nikitismo? Nada de nada.
Kirianin: Bueno, sabemos que Nikita se ha declarado siervo.
Orloff: ¿Y qué hay con eso? (Pausa.) Camarada, te reto a que encuentres el manual comunista que trata del nikitismo. ¿Con qué se come eso?
Kirianin: Estamos perdiendo el tiempo con exquisiteces intelectuales. Menos palabras y más acción.
Fiodor: ¡Ja, ja! Más acción. (Pausa.) ¿Y quién la vende? ¡Nikita!
Orloff: ¡Triste verdad! Nikita tiene todas las acciones en su mano.
Fiodor: No hemos adelantado un paso. En pocos minutos Nikita entrará en este despacho y todavía no tenemos un plan de acción definido.
Kirianin: Finjamos que el servilismo nos resulta indiferente. (Pausa.) Al menos, el servilismo declarado, porque en cuanto al otro... ¡Ja, ja, ja!
Orloff: ¿Qué dejas entrever, camarada?
Kirianin: Hablo muy claramente: somos señores encubiertos pero señores al fin y al cabo.
Fiodor: No lo podemos negar.
Orloff: Pero sí se lo negaremos a Nikita hasta en tanto no podamos pulverizar a Nikita.
Kirianin: Interroguémosle encubiertamente.
Fiodor: De todos modos será un interrogatorio, y Nikita sabrá que lo estamos interrogando.
Kirianin: ¿Con qué pretexto lo llamaremos?
Orloff: Para discutir simples procedimientos de forma. Por ejemplo, ese discurso sobre la felicidad del mayor número sería un excelente pretexto.
Kirianin: Nos exponemos a que nos diga que, visto que la felicidad del mayor número es un hecho consumado, él desea empezar a ser el primer infeliz de la infelicidad del mayor número... (Pausa.) No, no despertemos a la fiera.
Orloff: En cuanto a eso, vive tranquilo. Nikita es un viejo zorro. Dudo mucho que asome la oreja en esta entrevista.
Kirianin: ¡Qué eufemismo!
Orloff: Bueno, en este interrogatorio. (Pausa.) ¿Lo llamamos?
Kirianin: Manos a la obra.
Fiodor: Mucha prudencia. Comportémonos como iguales de Nikita. No dejemos ver nuestro señorío.
Orloff: Cierto, con Nikita hay que andar con pies de plomo. (Pausa.) Ahora, charlemos con Nikita. (Toca el timbre.) Con pies de plomo. (Se dirige lentamente a la mesa y coge unos papeles.) Con pies de plomo...

Telón

Escena Segunda
Orloff, Fiodor y Kirianin. Entra Nikita.

El mismo decorado.

Nikita: ¡Salud, camaradas!
Orloff, Fiodor, Kirianin (a coro): ¡Salud!
Nikita: ¿Alguna novedad, camaradas? He llegado ayer del Cáucaso y no he tenido tiempo para leer nuestra venerable Pravda.
Orloff (llegando junto a Nikita) No hay novedades, camarada. Todo marcha perfectamente. (Pausa.) ¿No tomas asiento?
Nikita: Gracias, prefiero estar un rato de pie. Llevo dos horas sentado en mi despacho...
Orloff (hojeando los papeles): Te hemos llamado para discutir unas cuestiones de forma.
Nikita: ¿Sobre qué asunto?
Orloff: Sobre la felicidad del mayor número posible.
Nikita: Veamos.
Orloff (leyendo): “La felicidad del mayor número, habiendo sido felizmente alcanzada, no podrá existir necesariamente otra felicidad mayor que la felicidad alcanzada por el mayor número.” (Pausa.) ¿Encuentras en este párrafo, Nikita, algún vicio de forma?
Nikita: La forma es perfecta, inobjetable.
Orloff: ¿Y en cuanto al fondo?
Nikita: Habiendo alcanzado la felicidad del mayor número —cuestión de fondo que ya no se plantea, puesto que hemos alcanzado la felicidad del mayor número— sólo nos quedan por ventilar puras cuestiones de forma sobre la felicidad alcanzada por el mayor número.
Fiodor (a Kirianin): El viejo zorro no caerá en la trampa. (A Nikita.) ¡Bravo, Nikita! ¡Dialécticamente irrefutable! (Pausa.) Se me ha ocurrido, en vista de que el Partido ha salvado todas las etapas de las cuestiones de fondo, que ha llegado el momento de desarrollar hasta sus últimas posibilidades todas las cuestiones de forma...
Nikita: Me hago cargo, camarada Fiodor.
Fiodor: Pues bien, nos parecería una gran cosa que el camarada Nikita se dedicara, de hoy en adelante, a redactar los cientos de miles de cuestiones de forma, que son el resultado de los cientos de miles de cuestiones de fondo.
Nikita: Quiere decir que el Partido, habiendo superado la fase activa, está ahora en fase contemplativa.
Orloff: El Partido repitió la hazaña del Creador. Es el único Partido que ha logrado semejante tour de fource. (Se repantiga en la butaca, se frota las manos.) Y bien, Nikita, después de recrear el mundo a nuestra imagen y semejanza nos hemos dedicado a contemplar el mundo.
Nikita: También nos parecemos al Creador, que duerme con un ojo abierto... y el fusil al hombro. Al menor asomo de rebelión: ¡pin, pan, pum!
Orloff: En el mejor de los mundos las posibilidades de rebelarse son mínimas.
Kirianin (mirando fijamente a Nikita): ¿Rebelarse? ¿Pero quién tomaría las armas contra la felicidad?
Orloff: No sigo bien tu pensamiento, Nikita. Hablas de rebelión. El Partido ha hecho tan bien las cosas que no tiene necesidad de mantener abierto ninguno de los dos ojos. Puede dormir a pierna suelta. (Pausa.) Me extraña sobremanera que el camarada Nikita, comunista de pies a cabeza, plantee la posibilidad de una rebelión armada.
Nikita: Me extraña sobremanera que el camarada Orloff tome mis palabras al pie de la letra y se retrotraiga a los tiempos heroicos de las barricadas. He sido llamado aquí, si no me equivoco, para departir sobre puras cuestiones de forma. Una de ellas, y en ella se me ocurrió pensar por pura cuestión de forma, fue la pura cuestión de forma del ojo abierto mientras se duerme en previsión de... Porque, así como no hay cosa más dulce —y cito a Dante— que acordarse del tiempo feliz en la desgracia, no hay igualmente cosa más dulce que acordarse del tiempo desgraciado en la felicidad... Y esto, por supuesto, en pro del desarrollo intensivo de las puras cuestiones de forma.
Orloff: Yo quisiera hacer comprender al camarada Nikita que cuando se habla del desarrollo intensivo de las puras cuestiones de forma es sólo con vista al presente feliz que vive el Partido, y no con vista al pasado azaroso que ha vivido el Partido.
Kirianin: El pasado del Partido está muerto y enterrado.
Nikita: No me opongo a ello, pero como aquí estamos tratando del desarrollo intensivo de las puras cuestiones formales, yo quiero poner mi grano de arena. Propongo que la brillante frase del camarada Kirianin —“el pasado del Partido está muerto y enterrado”— sea cambiada por esta otra: “El Partido del pasado está muerto y enterrado.”
Orloff: ¿Estarías dispuesto a firmar esa proposición?
Nikita: Aunque el camarada Orloff sabe de sobra que las publicaciones en nuestra república son anónimas, yo acepto sin embargo poner mi firma al pie de mi proposición formal, pero con una condición.
Orloff, Kirianin, Fiodor (a coro): ¿Cuál?
Nikita: Que se especifique muy claramente que si he firmado dicha proposición ha sido para cooperar con mayor eficacia al desarrollo intensivo de las puras cuestiones de forma y que, por lo tanto, mi firma es sólo una pura, inocente cuestión de forma.
Orloff, Kirianin, Fiodor (a coro): ¡Traidor!
Nikita (flemático): De acuerdo. Soy un traidor, pero... formal. Aunque lo quisiera no podría ser un traidor real. No existe otro Estado al que yo pueda revelar secretos de Estado que, por otra parte, serían sólo secretos sobre puras cuestiones de forma.
Orloff (sombrío): Dejemos ya las puras cuestiones de forma y vayamos al grano...
Nikita (interrumpiéndole): Bueno, al grano formal...
Orloff (se acerca a Nikita hasta tocar la frente de éste con su dedo): ¡Ese grano —grano cochino, grano infeccioso, grano renegado— eres tú, Nikita! (Pausa.) ¡Te has declarado siervo!
Nikita (hace una reverencia, besa a Orloff la mano, cae de rodillas): Siervo soy, señor. (Camina de rodillas y besa los pies de Kirianin y Fiodor.)
Orloff: Levántate, Nikita. Nos repugna tu pantomima.
Nikita (trata de pararse, pero vuelve a caer de rodillas): No puedo, señor, no puedo pararme, sólo puedo prosternarme. (Continúa arrodillado con la cabeza en el suelo.)
Kirianin (a Orloff): Buena la hemos hecho. Ahora no podremos seguir en el desapercibimiento.
Fiodor (sacando su pistola): Voy a matar a ese perro inmundo.
Orloff (le quita la pistola): ¡Estás loco! Eso sería la chispa. Mañana tendríamos miles de siervos arrodillados en la plaza Roja. Localicemos la peste.
Kirianin: Exacto: localicemos la peste. Aislemos al apestado.
Orloff (a Nikita): Escucha bien, Nikita.
Nikita (agarrando el pie calzado con bota de Orloff y poniéndolo sobre su cabeza): Escucho, mi amo.
Orloff: Supongo que te has declarado siervo por una cuestión formal. (Mira ansiosamente a Kirianin y a Fiodor.)
Nikita (Incorporándose): Nada de cuestiones formales, señor. Sólo sé que soy un siervo, humildísimo siervo de cualquier amo.
Kirianin: ¿No estás contento con la felicidad colectiva?
Nikita: ...Excelentísimo señor, no me place la felicidad colectiva. Prefiero la felicidad personal de ser el humildísimo siervo de tan grandes señores.
Orloff: Bien sabes que un comunista sólo puede ser comunista y no otra cosa. (Agarra a Nikita por los hombros y lo sienta en la butaca.) Un comunista jamás se arrodilla ante nadie. Por eso suprimimos a Dios.
Nikita (se desliza de la butaca y cae nuevamente de rodillas): No puedo, señor, no puedo sino arrodillarme. (Pausa.) Además, señor, no soy comunista, soy servilista. (Vuelve a poner la cabeza en el suelo.)
Orloff (a Kirianin): Tiene el siervo metido en el cuerpo.
Kirianin: Torturémosle.
Fiodor: Nikita te lo pediría de rodillas. ¡Qué mejor cosa para un siervo que ser torturado por su señor!
Kirianin: ¡Diablos! No hay por dónde agarrar a este hombre.
Orloff: Di mejor a este siervo. Su servilismo nos domina.
Kirianin: Se me ocurre algo formidable. Vamos a obligarle a hacer el señor.
Orloff: ¡Magnífica idea! Será la única tortura acertada. (Pausa.) ¡Manos a la obra!
Fiodor: No entiendo bien la cosa.
Orloff: Ustedes caerán de rodillas, en tanto que yo, pistola en mano, exigiré a Nikita daros de puntapiés en el trasero. (Pausa.) Esto lo haremos a título de ensayo. Los días siguientes turnaremos nuestros traseros a fin de repartir comunistamente sus patadas, y así proseguiremos hasta que Nikita quede completamente desintoxicado. (Pausa.) Caed ahora de rodillas.

(Kirianin y Fiodor caen de rodillas.)

Orloff (a Nikita): Camarada Nikita.

(Nikita no se mueve.)

Orloff: Siervo Nikita.
Nikita (incorporándose): ¿Qué quiere, mi señor?
Orloff (le apunta con la pistola): Te ordeno ser el señor de estos dos siervos. Dales en el trasero unas cuantas patadas de desprecio.
Nikita (poniéndose de pie): ¡Oh, señor, qué alegría! Ya tengo partidarios. (Se arrodilla junto a Kirianin y Fiodor.) Ahora somos tres siervos. Pidamos a este magnífico señor que nos dé unas cuantas patadas en el trasero.
Orloff (violento): ¡Nikita, poneos de pie!
Nikita (lloroso): ¡Oh, señor, no puedo sino arrodillarme!
Orloff (le apunta de nuevo con la pistola): ¡Te voy a matar como a un perro! ¡Levántate! (Nikita se pone de pie.)
Orloff (le pone el cañón de la pistola en la sien): ¡Insúltalos!
Nikita (balbuceando): Señor...
Orloff: El señor eres tú, ¿me entiendes? ¡Adelante!
Nikita (haciendo un gran esfuerzo): Perros siervos... (Pausa.) ¡Oh, no puedo, señor, no puedo, soy también un perro siervo!
Orloff: ¡Adelante! He dicho.
Nikita: Perros siervos... (Pausa.) No puedo, amo mío. No puedo hacer el papel de vuestra señoría. Prefiero la muerte.
Orloff (le da un empujón): ¡Anda! Da de patadas a tus siervos. (A Fiodor y Kirianin.) ¡Presentad el trasero a Nikita!

(Fiodor y Kirianin presentan el trasero.)

Nikita: No podría patear el trasero a un señor y estos son señores disfrazados de siervos. Sería un crimen de leso trasero. Por menos que eso el difunto zar ejecutaba a millones de siervos.
Orloff: Esos siervos son los santos de nuestra religión. Murieron para que no hubiese más siervos sobre la tierra.
Nikita: Y yo voy a morir para que hayan siervos en la tierra. Es una fatalidad. Tengo la plena seguridad que voy a encontrar un amo, aunque ese amo me envíe al patíbulo. Ese amo está ahí, ya lo veo, lo oigo, lo toco casi, es mi verdugo, pero lo adoro porque mi trasero no puede hacer el siervo si no tiene su patada. (Pausa.) ¡Señor, matadme, pero no patearé esos traseros! Haría traición a la sociedad de los traseros.
Orloff (cambiando de tono): Fiodor, Kirianin, ¿qué quiere decir esa posición? Estamos aquí con el camarada Nikita para discutir cuestiones de pura forma, y francamente, no veo ningún vicio de forma en vuestros traseros.

(Fiodor y Kirianin se ponen de pie.)

Orloff (guardando la pistola): Camarada Nikita, ¿de modo que la frase “la felicidad del mayor número, habiendo sido felizmente alcanzada, y no pudiendo existir otra felicidad que la felicidad alcanzada por el mayor número”, no adolece de ningún vicio de forma?
Nikita: La forma es perfecta, inobjetable.
Orloff: ¡Magnífico! Entonces pasemos a la frase siguiente.
Nikita: Pasemos, camarada, a la frase siguiente.
Orloff: “Si la religión es el opio de los pueblos, no habiendo religión no hay opio, debido a la felicidad alcanzada por el mayor número...”

Telón

1 comentario:

Anónimo dijo...

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silencio tallado