Eduardo Lizalde
Cuando a mi puerta llegue,
le franquearé la entrada…
Cuando me diga airada
que la existencia entregue,
me abismaré en la nada
de su mirar incierto,
y ante el umbral desierto
me esperará callada.
Cuando se acerque al lecho,
cuando la vea enlutada,
cuando me brinde abrigo,
me clavará en el pecho
su rutilante espada
y partirá conmigo.
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