martes, 10 de agosto de 2010

Desde el puente Mirabeau*

Elsa Cross
un río,
tú conoces su nombre, las orillas
cargadas del día, como el nombre
Paul Celan

1

Las vetas del fuego
en la penumbra
duplican
y desdibujan
                 el mismo interrogante
en recuerdo de un alba no alcanzada

              Esos sueños
deslizan
sus brillos satinados
                              sobre la piel
tactos lisos
como de superficies lejanas
la penumbra
abriendo
             hacia la luz
su vía incierta.

2
Si se abriera,
si se abriera al menos
                                  ese pasaje
o veta
o curso de agua;
si se abriera en su volumen
de río
o viento silbando
                      rompiendo al paso
los celajes de la memoria,
descomponiendo la luz
en prismas
                superpuestos
el rayo único—
nada tal vez:
un prado límpido
una sombra tan fresca,
tan callada
vibrando en torno.

3
Se oculta el sueño.
Al descubierto
el yeso de los muros,
la descarnada lucidez
                                harta de sí,
el esqueleto que se vence
—barco encallado.

Y algo va
                fantasmal
por pasillos inexistentes,
barandales hacia un abismo muy corto,
ornatos de feria
encogiéndose
                    bajo la desmesura
de los ojos.
 
* Fragmentos del libro Nadir, de próxima publicación.

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